Lobo con pata de palo.
Cruzando una esquina oscura,
un lobo me robó el alma,
derramó mi serpentina
y luego me dio la espalda.
El cánido aseguraba
que me estaba despertando
y a punta de cientos de incendios
de la vida estaba hablando.
S
corderito encadenado,
dictaba el ojo sin parche
de un lobo con pata de palo.
Si aprendes yo te la enseño,
pero ya no podrás olvidarlo,
la calle es un sentimiento
que muy pocos han probado.
La calle es un libro abierto,
una mujer en silencio,
un laberinto sediento
de pasos descontrolados.
La calle siempre está ardiendo,
su pelo es negro y rizado,
no tiene pedal de freno
ni acaricia gatos pardos.
La calle es sed y agua clara,
piedras bajo pies descalzos,
ternura en las vestiduras
del mismísimo diablo.
La calle es para valientes,
la calle siempre es la vida,
corderito encadenado,
pero tú no puedes verlo
porque no te las cruzado.
Crees que las estás rozando,
tocándola con tus manos,
pero solo es otro cuento
porque apenas la has pisado.
La calle no tiene normas
y su desafío es tan sano,
me dijo aquel lobo absuelto
de la vida y sus pecados.
El resto de ovejas negras
no saben que están soñando,
creen que rozaron la calle
cuando apenas la han pisado,
creen que conocen la vida
y jamás se han despertado.
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