Como al fuego, el sarmiento
Al ver morir la tarde
queda la rama afligida
tras saberse leño seco.
Cántico sobre aguas tendidas
lúgubres, a la ausencia cercana;
tribulación sin reposo.
Clavada a la nostalgia
una luna expirada,
el místico ascenso.
Ser siempre anochecer,
sobre un escenario dramático de frenesí
ante la tempestad de tristeza
y melancolía sombría.
Vaga agonía
que se adelanta,
pendiente del hilo que hilvana
el aire enmohecido
que exhala la garganta.
Ardiente zarza inextinguible
a la sangre de inocentes.
Un alma deshojada
desbordada por los causes;
lesión de una espada fatua,
víctima del abandono.
¡Ah del reclamo!
sobre las rocas muertas,
al hastío inerte;
bajo la sombra de un reflejo
en el reloj de arena,
repetido aciago de un sueño
de poesía obscura.
Al cabo de tanto, varada;
sobre el agua estancada,
vestida de tul;
como al fuego, el sarmiento.
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