AY AMOR MÌO (POEMA 40)
AY AMOR MÌO
En mi corazón solo había una ilusión,
seguirte hasta el fin del mundo.
Aún recuerdo la noche de mi nacimiento espiritual,
la noche que apareciste como una Diosa ataviada de sensualidad.
Sin importar lo que pasó ayer,
esos besos tuyos llevan la esencia de la belleza divina,
no creo que haya algo más hermoso que mirar tus labios cuando me miras.
Hay amores que fulminan, que matan de una mirada,
hay amores que no se pueden arrancar de los pensamientos, que no se olvidan.
Hay amores que te hacen inmensamente feliz, todo el tiempo, en todo momento.
Quizás el perfume de tu cuerpo desnudo fue mi mayor fuente de inspiración.
Contigo fui un hombre enamorado y al perderte,
este amor aprendió a ser más pequeño, a ocupar menos espacio,
pero, no a olvidarte
y como un rayo de luz en la oscuridad, iluminaste mi camino.
Hay amores que no se olvidan,
que por más esfuerzo que le pongas,
que por más que pase el tiempo, están presentes.
Hay amores que se mueren de ganas por tenerte de nuevo,
por respirar el mismo aire, hasta el último aliento.
Hay amores que todo lo hacen con inmensa dulzura,
que no importa cuánto lo intentemos, no se pueden olvidar.
Hay amores que no se desvanecen,
que dejan huella, que son imborrables, que siguen estando presentes,
que dejan marcas en la vida, que no se pueden borrar.
Hay amores que son para siempre.
Ay amor mío, las reminiscencias con el tiempo se hicieron menos frecuentes.
Fuiste parte de mis vivencias, de mi historia personal,
fuiste la amiga que guío mi camino, la mano que sujetó la mía
y aunque ya no estés a mi lado, hay amores que no se olvidan.
Todo lo vivido fue muy lindo, te disfruté muchísimo,
aún evoco con nostalgia tu esbelta figura,
en ese momento pensaba que amarte era mi destino.
Fuiste la protagonista de mis más coquetas fantasías,
la mujer que me hizo sentir vivo.
Contigo a mi lado, la belleza de la creación se apoderó de mi existencia,
cada beso de tu boca era fuego de las estrellas que rozaban mis labios,
aún te llevo en lo más profundo del alma.
No serías parte de este poema,
si no siguieras conmigo entre los latidos de mi corazón.
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