Apatía crónica
Me levanto y al par de segundos, se destruye la felicidad y fascinación con la cual desperté, al recordar lo que me asquea de seres enfermizos.
Sigo adelante y me doy fuerzas, para continuar con los quehaceres de la rutina.
Inevitablemente, en parte por mi amor a la humanidad, salgo a la calle, para respirar.
Y, tristemente, observo lo mismo de siempre.
Los males de la humanidad que, siendo crítico, prácticamente no han cambiado.
Mujeres violentadas y acosadas por hombres que, sin vacilar, se auto convencen que, por el hecho de ser machos, pueden comprar y violar la inmensidad de la mujer.
En fin, vuelvo a mi departamento y urdo algún plan, para acabar, con ello.
Mis armas: Mi corazón, mi cerebro, una guitarra, un lápiz y un papel.
Si no fuese, por mi pereza, casi extrema, no dudaría en lograrlo.
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