Te invito.
Te invito.
Te siento siempre muy cerca,
aunque a cientos de kilómetros estas,
la vida no me permite
poder esa distancia,
recortar.
Pero mi imaginación
si puede remontar
y el mar,
hasta donde estés
llegar,
a tu oido
susurrar.
Por eso esta noche
yo te quiero invitar
a terminar con las lágrimas
que por tu cara corren
a desterrar la tristeza
que tu alma esconde,
a mirar en la misma sintonía
como una bella canción,
una sinfonía,
las estrellas en toda su armonia
o la cara oscura de la luna
esa que nadie puede observar
y si es posible,
al amanecer,
al majestuoso día,
saludar.
Esta noche te invito
a cerrar tus labios con los míos,
a querer lo mismo que quiero
a tener semejante anhelo
y sin tener mínimo consuelo
me quieras como yo te quiero.
Te invito a que bailes
tan cerca de mi corazón
como tan lejos de mi razón
te sea posible,
y no pienses
por lejano,
por utópico y urbano,
que te sea también
etéreo, invisible.
Hoy te invito
a ver la vida nuestra
con ojos de infinito,
con la esperanza del mar
con la verdad de una bandera.
Te quiero también invitar
en en esta, nuestra noche de estrellas,
a confiar, no en mis palabras
no en mi verso rebuscado,
sino en mis manos,
en mi corazón
de mis sueños
abrazado.
A confiar en lo que somos,
sin que ya nada más importe,
a seguir el camino simple de la vereda,
a olvidar las frias autopistas,
a dejar la velocidad,
y brindar un saludo,
a valorar la paz
por encima de la ambición y el denudo.
Y si no te importa,
al final
también te quiero invitar
a hacer el amor sin frenos
a la botella de vino vaciar,
a que me veas tan real,
tan humano y mortal,
asi, como yo te veo.
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