ATONTADOS
Ninguna razón es válida para justificar la atrocidad de un atentado, ningún Dios puede estar de acuerdo con el genocidio inmisericorde, ningún hombre puede vivir en paz cometiendo semejante barbarie, ninguno de aquellos padres asesinos podrá mirar a los ojos de su hijo sin pensar en esos otros que se cerraron sin saber, sin entender, sin tener tiempo para encontrar la bendición, el beso y el último adiós de sus madres.
Ningún credo puede cegar el entendimiento a tal punto de perder el amor por el prójimo para reducirlo a nada. “Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”. ¿En qué parte del tiempo se nos olvidó su mandato?
¡El cielo jamás será la casa de un asesino!, no tendrán cabida en él los que se gozan con el dolor, los que se manchan con la sangre de niños, de madres, de ancianos, de hombres y hasta de animales inocentes, ellos no saben por qué mueren, nosotros, los que estamos lejos, tampoco.
Dios seguro estará avergonzado de ver a sus “elegidos” cometiendo tantas estupideces en su nombre, Él quería un pueblo santo con seres humanos a los que, orgullosamente quería llamar su Nación Santa, lo están echando a perder, al parecer la serpiente antigua aún sigue alimentándolos con su manzana y uno de sus tantos efectos es el atontamiento progresivo que los lleva como ovejas al matadero.
Le pido a Dios, pero al que es justo y amoroso, que nos haga recapacitar. Amemos como Él quiere que lo hagamos; en vez de destruir, de reducir a escombros la vida, construyamos, seamos generosos, hagamos casas, tejamos abrigos, sembremos árboles, llevemos esperanza, enseñemos a amar, practiquemos la justicia, lloremos juntos por los que se fueron sin necesidad, quebrantemos nuestros corazones, rechacemos la violencia, abracémonos fuerte, borremos fronteras, amemos, amemos, amemos…
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