Sálvese quien pueda

¡Ah, cuánta gente triste
caminando por mi ciudad!

Rostros demacrados,
almas rotas,
cuerpos vacíos.

Estoy realmente aterrado
de lo rápido
que nos consumimos.

N

os invade la nada misma,
una vaga necesidad,
un capricho,
que se alimenta
de lo que otros tienen
o carecen.

La historia se repite una
y otra vez,
y yo hablo
de lo que
siempre ha sido.

Todo se mantiene lineal:
gente común de un lado
y marginados del otro.
Da lo mismo,
todos igual de locos,
todos agonizando
de diferentes formas.

El infierno es real,
y está en nuestros
corazones.

Sálvese quien pueda.