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Sublevadas, mis emociones, cuando intento entender los porqués.
Porqué tanta inconstancia?
Tanta violencia?
Tanta desconfianza?
Porqué erguirse en armas para acorazarse de daños que ni se saben si llegarán?
Porqué el temor a sentir dolor y amurallarse para evitar heridas?
Porqué pegar antes, durante y después para sentirse ganador?
Ganador o perdedor de qué?
Qué convierte la inocencia en desconfianza ciega?
El desencanto?

La desilusión?
Porqué culpar al que no piensa igual o actúa igual?
Porqué el dedo índice apuntando y nunca hacia uno mismo?
Porqué mirar con el ojo del enemigo y nunca con el calor del amigo?
Cuándo aprenderemos a aceptar y agradecer sin quejarnos?
Porqué juzgamos lo que no entendemos?
Quién nos da el derecho de ser jueces supremos?
Ayúdanos, Padre...
Permítenos aprender a confiar y extender las manos.
Sólo Tú puedes lograr ese milagro.
Te amo.

Yisa (23/11/2016)