MISERERE
Ya no recuerdo su voz siquiera.
¿Su dulce música como era?
Gracias a Dios pude olvidar...
¿Era un oarystis de primavera
o un rimbombante trino de mar?
(¿Pude olvidarla por fin un día,
pude encontrar esa tierna paz?)
Ay, esta triste melancolía
de recordar cuánto la quería,
Ya no será la Juvencia amada.
Será una dulce brisa pasada
o como un sueño que he de olvidar,
o que conturba la madrugada.
¡Ella incendiara su propio altar!
Podré olvidarla si Dios lo quiere,
y así, será como un miserere
que con unción siempre he de cantar
con voz de llanto, o de lamento.
Mas si la arranco del pensamiento
¡tendré dos alas para volar!
Y si me olvido aún de su nombre
que no se extrañe, que no se asombre;
¡que no me impida volver a amar!
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