La herencia del horror
Ninguno escogió nacer, nadie pidió ser engendrado, tampoco eligieron la madre, la sangre o el hermano. Sólo imaginar que se nace produce ya displacer. Hacer y creer en las mil realidades de los déspotas, vivir en el exilio, dormir entre lamentos y gritos sedientos de justicia, caminar sin ningún rombo, es la herencia que nos han impuesto los presupuestos y precursores de la tortura.
Muchos repiten seudos clichés de cumplir sus sueños, otros persiguen los dichos de fachos y los aceptan como hechos de absolutismo. Allí se desfigura la historia, borrada por los borregos al servicio de la ficción. Repiten de memoria, una y otra vez, la lesión que ellos no entienden. A esto, que la educación sea una propagación enferma de enseñar olvido.
He crecido se ejerce la violencia como una razón universal de estados modernos, con fines de sostener el desequilibrio social. Para afianzar los pasos de la manipulación de las conciencias y desarrollar las doctrinas de ignorancia, hemos recibido los dones de las creencias cristianas como fantasía que vela la realidad, pero también deconstruimos los mitos, y con muertos y espectros realizamos ritos paganos. Nos curan los venenos en ofertas de idiotas, vendiendo vuestras almas al espíritu de seres “Evolucionados” en estupidez. Heredamos pues un estado permanente de pobreza, porque la tierra ya tenía sus administradores.
Loa ampones se otorgan el titulo de reformadores, actúan bajo la sevicia de la regulación humana, no tienen más que predicar su odio. Y su fortuna de cuna ilumina estos canallas, que aún siendo dueños de los monopolios no se satisfacen en su abundancia, sino que perpetúan la esclavitud humana.
Heredamos pues un mercado de horror, y salimos al paso como payasos sin ningún chiste. Nos engañamos así mismos con intentar invertir la realidad, pero esta, ya está amañada. Acomodada por aquellos que hablan de evoluciones y con ello nos señalan como reprimidos. Luego nos arrastramos por la economía y todas aquellas bellas ideas y causas de resistencia en la adolescencia “están pasadas de moda”.
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Entonces siembra pues la cosecha del horror, disfruta del pan y del circo cultural, hombre común y censurado, que a veces, por contradicción a la naturaleza brotan delincuentes que se resisten a los tecnócratas en el amor al arte.
Las fuerzas oscuras, tejen alianzas de sobornos para crear el artificio de su “luz”, camuflan sus ideas en ejércitos conformados por niños en su expresión de barbarie. A esto lo denominan “defensa social”. Era pues un siglo de oro, para estos corruptores del saber, creyéndose filósofos no entendieron nada de lo que hacían, convirtieron el río en desierto, fue pues su siglo que produce oro. Una cultura primitiva se hizo llamar avanzada, y creyeron que la legislación se debía al poder de la dedocracia, y soñaron con develar el conocimiento en formas de mercancías y productos de sadismo. Allí su artefacto en el mega negocio científico. Todos estos portadores de un “Supuesto saber” que en su narcicismo se otorgaron a sí mismos el estatus de “Amo”. Simples obreros, proletarios de oficina. Condenados al salario por error de haber nacido y no elegir ser de la estirpe creadora. Pues los artistas, son los pocos que no se hacen los locos. Dan testimonio, revelando en sus obras la siniestra figura de lo sensible.
Andrés Castro
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