DESEO

En el rincón de una alcoba, en un lugar cualquiera,
la noche juguetea en arreboles con la luna.
Por la ventana entreabierta atisba la penumbra,
celosa de las manos que como palomas nocturnas
aletean presurosas al despertar el deseo.
El corazón acelera el ritmo imperante del pecho
y la sangre recorre vertiginosa hacia
los finales en el vértice sublime que espera.
Ya no hay voluntad ni blancos pensamientos,
sólo un volcán de fuego queriendo explotar adentro.

El silencio de la noche es su mayor complemento,
ya no hay reflexiones ni dogmas que impidan
lo que la naturaleza ordena.
Dos cuerpos entrelazados, agitados
en una danza continua de figuras
que aparecen dibujadas en las cuatro paredes.
Enredados como hiedras se dilatan en el juego,
en el placer voluptuoso del sexo.
Recorriendo palmo a palmo sin pudor ni respeto.
Las mieles surcan las laderas sinuosas
de las candentes pieles,
en el fraguar el ritmo aceleran y entre
cóncavo y convexo dos almas
desahogando sus anhelos.
¡Y en aquella alcoba, en un lugar cualquiera,
mientras la luna se aleja
entrelazados los cuerpos
aún se besan!

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