Venezuela
De mi amada Venezuela aprendí que no toda revolución es buena ni positiva, y que no todo el que te habla bonito te quiere...
Hoy mi Venezuela llora de dolor, de angustia, de tristeza al ver que sus hijos sufren, unos porque se van de casa a probar suerte en otras tierras, a hacer su vida lejos de la madre que los vio nacer y crecer.
Los hijos de Venezuela que se quedan, sufren tanto o más que los que se fueron, lloran por el hermano que se fue, por el ausente que nunca más volverá, porque su pasaje fue de ida y sin retorno a un mejor lugar. Lloran al ver como está su casa, destruida y desolada.
Venezuela, primorosa y glamorosa; como toda mujer, grande y excelsa... Pero ingenua muy ingenua, creíste en las palabras de tú marido el revolucionario, que te enamoró con sus charlatanerías y promesas de un futuro mejor; tan necesitada estabas de afecto que te desbocaste y creíste en las palabras bonitas de tu necio enamorado.
Amada Venezuela, mi mayor anhelo es verte libre, fuerte, independiente y feliz como siempre lo fuiste.
Venezuela grande, ¡Ah tierra pa' ser hermosa!
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