Un grillete gigante

Unanimidad en la vereda,
un accionar poco común...

Un accionar imprevisto,
un recorrido fiel...

La maldición,
la cárcel centrífuga,
la mirada y el centelleo espinal.

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�Son las decisivas hermanas,
las últimas de este umbral,
de este momento intestinal,
esta mentira infinita,
esta realidad comprada a crédito,
esta extorsión,
esta felicidad,
este errar...!

Es, en realidad,
¡la hora de matar...!

Sin pena,
sin sobresaltos,
sin congoja,
sin preámbulos...

Todo en el color,
todo en el sereno horizonte,
en la proporción de los propósitos,
en la necesidad
y el hartazgo;
desde la avenida ancha del destino,
hasta en el escondrijo inmediato del murmullo,
la esquina,
el pedazo de pared
y el basural...

¡Es, ciertamente, hora de morir!

¡Es cerradamente el momento de reír...!