TARDES MUSICALES

La tarde…
es una danza de vientre
al compás de un canto alegre,
una palmada en el hombro,
un aplauso a los presentes,
una guitarra flamenca
en la quietud de lo inerte
con su cantaor poniendo
banda sonora a la suerte,
una zarzuela flotando

en océanos latentes,
un templo de voces graves
prediciendo otro septiembre,
un carnaval de siluetas
olvidando lo que mienten,
una campana sin fuerzas,
un desafío a la muerte,
una flauta al vuelo libre
que no ejerce lo que aprende,
un saxofón optimista
entre jazzistas rebeldes,
un desfilar de himnos breves,
un acorde que no vuelve,
una invasión de exteriores,
una multitud ardiente
que respira vida en todas
las sinfonías dementes,
un ritmo nítido y simple
de los que se quedan siempre,
un aguacero cayendo
sobre tambores del este
donde los sabios no saben
más de lo que un día cuenten,
un guiño tuerto a la magia
de una nota que se extiende,
un ángel tocando el arpa
del demonio insuficiente,
el abrazo enmascarado
de un piano que se enciende
ante el calor de un sol puro
que está a punto de esconderse.

Las tardes son eso y más
mientras yo no te recuerde.