Sal y marionetas

Desde un comienzo,
un cimiento poco recomendable,
una infeliz idiosincrasia,
un perfecto veneno:
Desde la raíz,
hasta el ocaso más profano...

Y es que en el comienzo del mar,
en la comisura de ese gran labio,
las perlas del verso,

del frío pedernal verbal,
se pierden entre luminosos astros lejanos,
se encuentran en nuevas formas de errar,
de gemir,
de latir...

Se mezclan las alas,
las plumas, los colmillos,
los negros cubos,
las blancas losas,
los huesos y la roja sombra del adiós...

Y entre esos límites,
la indolencia se aproxima a la sensisibilidad,
las lágrimas y la sonrisa,
la piel y la fría brisa...

Se funden subyacentemente
el pasado y el futuro en una ilusión inscrita,
en una decisión informal,
una pesada vez
en la grieta secular...

Se oye un repique
desde el sur,
y la constelación en cruz
se posa en este camposanto
que aún no tiene nombre...

Y un final es un comienzo,

¡Siempre...!