Paz
Hay un ocaso, que no es oro ni sangre, que se muere a lo lejos. Hay una música que suena, que suena lento; son las cuerdas de los árboles mecidas por el viento, y que armónicas en el aire, se funden con las notas que sopla la guitarra del amigo bueno. Hay un niño, un niño pequeño, que en el hombro de su padre, calma su miedo; sueña, sueña sereno y recuerda a su madre leyéndole un cuento. Hay un río, que sigiloso por la quebrada, lleva sus aguas de plata, y con serpentino recorrido, se pierde en lontananza. Hay un espíritu, flor roja que arde en un leño, y que batiendo sus alas de fuego, busca romper sus cadenas y remontarse al cielo. Hay un yo, un yo que se encuentra quieto, y que recostado en el pastizal, se entrega al sabio silencio, mientras contempla arrobado las estrellas del firmamento.
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