OCASO.

OCASO.

Exhausto el día en su Ocaso,
la luna le guiña un ojo,
la noche la da un abrazo,
atenuadas por el celaje sonrojo.

Las nubes serán la cuna,
al día que ya se marcha,
y la luz tenue de luna,

Y entre sombras dormita,
a esperar nueva alborada,
mientras el sol marchita,
sobre la mar extasiada.

Allí donde muere el crepúsculo,
en brazos de estertores de tarde,
donde las nubes carmín del celaje,
ofrendan al sol su cálido ósculo.

Allí donde el suspiro nace
nace también el recuerdo
y el corazón ansioso late
lleno de emoción y anhelo.

Autor: Víctor A. Arana
(VÍCTOR SANTA ROSA)
Julio 16 del 2017.