Monstruos y Mariposas
Sepultada bajo los escombros
una vocecilla
me recrimina atormentada:
-¿A donde iré yo ahora?
No puedo menos que sonreirle.
-¿A donde, exactamente, quiere ir
un trozo de carne quemada?
Es divertido y algo sádico a veces
en los espejos, esperado no ver nada.
Y es sádico y divertido también
responder con automáticas respuestas
a preguntas predeterminadas,
sobretodo antes de que te las hayan formulado.
Pero a mi parecer nada hay tan sádico
ni tan divertido, supongo
como esa creencia popular de que somos alguien
y de que nuestra vida vale algo.
No es que vaya llorando por las esquinas
ni maldiciendo con mi ateísmo la belleza,
me costó entender que esto es así.
Es como el día en el que decides
acercarte más a la mariposa
para entender que a veces es mejor
centrarse en las sanas apariencias.
No creo que esto sea un poema.
Dudo mucho tan siquiera alcance
la categoría de texto absurdo.
Es simplemente que mi capacidad de autoengaño ha llegado a cero
y sentí la necesidad de pasar inadvertido
por sus ojos inadvertidos.
Lo siento.
A mis manos solo decirles
que lo siento.
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