A Mi Usanza
Yo uso las personas y las cosas en la vida,
pero lo hago de modo gentil, inofensivo.
Mas inofensivo y gentil que el modo
en que me usaron y usarían si me dejara.
Nadie sabe que uso personas y cosas
para poblar mi realidad utópica.
Me ven, si es que me ven, un tipo raro, taciturno
y maduro que no importa, y yo veo a todos
y a las cosas como personajes y utilería
Uso a las personas para decir buen día
o qué malo está el tiempo y me recluyo.
Uso las cosas: el farol de la esquina
porque se enciende sólo en el crepúsculo
exactamente como yo en mis noches,
y uso en las mañanas mi ventana con estera
por donde filtra el sol sus renglones de luz
como diciendo: escribe en ellos la catarsis
de un día más de tu indolencia crónica.
Uso el recuerdo de quien amo con un amor
infundado pero ya delirio compañero,
y uso mucho mi celular por no saber
dónde meterme cuando no uso nada.
En definitiva vivo amargado de mi claustro
y a la vez feliz de notar que voy asumiendo
el final irreversible de mis mejores tiempos.
Vivo con mi intensa historia pendiendo cual
bandera de guerra sin brisa y esperando
cómodamente mi fin porque además
se me ha puesto que al morir, las almas
adquieren sabiduría universal inmediata
(mi asignatura post mortem.)
Pero como la vida tiene todavía no sé qué
argumento para mantenerme en ella,
vivo auto usándome también en instintivo
y piadoso trato como trofeo de mí mismo,
como cacharro fraterno que da lástima tirar
y que froto de vez en cuando con la íntima
esperanza de que aún le salga un genio…
o algo más ingenioso que este escrito.
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