Me hablaba del mundo
Solía decir que la imperfección era lo más perfecto.
Que los defectos eran pequeños retos creados para ser cambiados,
Y la injusticia era tan justa como la justicia.
Que cada persona recibe lo que merece o más bien necesita.
Ella solía decir que la voz no era más que un canto.
Que a coros se unía en los rincones remotos del mundo.
Que en aquella cueva hacía eco por lo vientos de la vida.
Que viajaba embotellada por el mar.
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Que descifrarlo sería imposible y mucho más controlarlo.
Que buscarle respuesta sería dañar su magia,
Que era el arte más bello creado por el corazón.
Decía que la magia era más real que nuestra piel,
Que se hallaba en cualquier esquina de la vida,
Que a nuestros ojos ciegos no se veía,
Pero que a pesar de eso existía.
Me contaba que la vida era una mentira,
La ilusión más bella creada para aprender,
Que nada de lo que se ve existe,
Que lo único real es lo que se siente.
Me hablaba sobre la existencia como si ella fuese su creadora.
Me explicaba la vida como si fuese ella en figura humana,
Y me contaba las historias más fantásticas de hace millones de años, cuando no existían ni la envidia, ni el orgullo, ni el egoísmo en nosotros.
Ella vivía de letras.
Y su voz eran notas musicales.
Su figura era viento que se esfumaba en los tiempos,
Y su rostro un sol de vida.
Sus historias eran más que hermosas,
Y su vida era un misterio completo.
Era una rosa secreta, de perfecta belleza y múltiples silencios,
Que amaba el amor y odiaba el odio.
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