MI TESTAMENTO.
MI TESTAMENTO
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Ha llegado el momento
de ponerme atención y prestarme tu pecho
para depositar en él mi esperanzado amor.
Dame un descanso,
deja se manifieste mi pluma y lee bien lo que te dejo aquí.
Cierra los ojos mi terrícola, ciérralos tan solo un momento,
y puedas con los hilos del alma tuya,
finalizar ese abrigo que me traerá tu calor.
–¡Oh Amor mío!–
Mi voz,
mi corazón,
mis ilusiones
y mi mirada
buscan decirte;
en gritos,
en ecos,
en sueños,
con imaginarias y mágicas palabras
todo esto que siento por ti.
–Me ahogo en el íntimo intento–
Y solo puedo lograr en un susurro decir tu nombre.
Ahogas mi silencio
suicidando el inquieto volumen del palpitante sentir
que resuena custodiado en lo profundo
y necesita ser regalado al mundo
para que sepan de mi verdadero amor por ti.
Mas, ¿qué importa lo que yo quiera decir?
Si eres tú, la dueña de mis secretos
y serás el sarcófago de mi alma cuando el sol me llame y me lleve por completo.
Tu cuerpo será el depositario de mi cuerpo,
tus pechos florecerán
y serás siempre las más bella flor del jardín de mi huerto.
Tus capullos brotarán fertilizados por mi tierra
y nunca los dejaré marchitar con éste,
el líquido vital de mis venas.
En mi testamento,
te proclamaré heredera de mi amor eterno.
Lo firmaré con la tinta sangre de mi cuerpo
y mis últimos versos al leerse invertidos en el tejido de tu piel, con letras góticas tatuadas en mi ser dirán que te amé; te amo y te amaré,
pronunciando tu nombre una última vez.
Raymond Sánchez.
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