Mi nuevo yo.

Mi nuevo yo.

Me paro frente al espejo y sólo veo huesos, mi mente tiene el recuerdo de una mujer alta, esbelta y con una piel tersa que decía ser amada y recordada.

Pero esta de hoy ya no es ni el remedo de lo que un día fue, esta tiene sus ojos cansados de llorar, ojeras profundas de no dormir, arrugas en frente y rostro que dicen estar cansada.
De una vida difícil que no se supera, una dificultad tras otra peor que la anterior es lo que los años van dejando en su cuerpo, su corazón roto y tan dolorido que ya no late bien, un alma quebrantada por el dolor de los abandonos, de los que prometieron amor, de los que la olvidaron y sólo dejan esas laminas plata en sus cienes.

Y la esperanza de un mañana mejor se fue, ya no queda más que dolor y soledad en su vida, acomplejada por esa falta de amor, de ese que se le negó desde siempre, de ese que no rogó más le dieran.
Una mujer madura sola y tan solitaria que ya en las noches sólo escucha su corazón latiendo rápido y fuerte como si fuera a una carrera por la muerte y de la que quiere salir ilesa pero que sabe no será así, vivir es tan difícil para ella que ya no quiere hacerlo mas, ya es soportar los minutos , días y horas con la fe en que el mañana será más el hoy y que por fin sus pobres y rotos huesos descansarán.

C

uando el cuerpo no responde y sólo es una trampa más del destino, cuando ya todo esta roto desde adentro no hay posibilidad de sanar con nada o nadie porque ya la soledad ha carcomido todo lo bueno que había dentro y no hay más que un rezago en un pobre y famélico cuerpo de mujer.

La niña que un día la hábito ha muerto de una vez, esa niña que le proporcionaba alegría y fe en la vida quedo atrapada entre el dolor, la soledad y la decepción, sumadas a tantas traiciones que no caben más en su ser y sólo quiere dejar ir todo, la niña que un día fue ha muerto y ya no hay más que esa vieja, famélica y tonta mujer que no ama a nadie, nada y que no quiere ser más parte de un mundo material, hipócrita y falso que todos aman pero que ella odia.

Hasta que el Buen Dios la recoja seguirá así, hundida en su decepción y tristeza pero siempre con una sonrisa como mueca al que la vea de lejos y en su soledad.

29.10.18

La niña ha muerto y nada queda ya.

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