Mi historia...

Solía observarla, analizarla, solía entristecerme al ver su agonía. Ese dolor que reflejaba su cuerpo, ese desgaste emocional y físico que a cualquiera le daría miedo llegar a tenerlo. Verla herida, verla descompuesta, verla pálida, verla frágil, débil, verla sin fuerza alguna, verla así me afecto. Yo con un velo de lágrimas y ella con su sonrisa atrapa almas. Mientras yo estaba sufriendo ella se encontraba riendo. Mi ser se preocupaba por su vida, sabía que quizás no duraría. Ella siempre optimista diciendo que mañana tendrá otro gran día. Yo muy bien reconocía que en cualquier día se me iría. De tan solo pensar en ese día mi alma se quebrantaba dejando cenizas dentro de mí y lo peor es que yo “no era” la que iba a morir. Me ahogue en mi propio dolor. Ese dolor que en algún momento debió causarle a ella dolor. Solo le repetía lo poco que estaría con ella, lo que no lograríamos hacer juntas. Ella sin embargo no escuchaba mis palabras negativas estuvo siempre positiva. No se rendía. Me enojo conmigo misma por asumir esa actitud no pensé en ella, solo pensé en mi y en mi egocentrismo. Recuerdo el sufrimiento que causó su enfermedad. La vi seguir luchando con fuerzas que no tenía, esa voluntad que tenia me la transmitía. El día que decidió cortarse el cabello, fue el día en que acepte la enfermedad, el día que mi dí cuenta de mi realidad y fue ahí cuando decidí que juntas lucharíamos, juntas lo combatiríamos porque el cáncer es solo una enfermedad y nosotras la podíamos afrentar. Esa primera noche que me vi en el espejo sin un solo cabello, me di cuenta que la persona que salía de mi cada noche diciendo cosas negativas era la misma persona que era optimista de día. Cuando me observe me dije a mi misma que seguiría luchando borrando la otra persona que de mi ser salía y gracias a eso soy sobreviviente hoy día.