ME LLEGÓ EL OTOÑO
Me llegó el otoño, imperceptible,
callado, sinlencioso;
como río de aguas muertas,
como lluvia de hojas
que desnuda los árboles.
Me dejó vacío de amor,
de pasiones, de deseos...
Fue llanto, grito anunciador
del certero invierno
sin saber hacer frente
al frío, al nevero.
Hube de busca el calor,
la paz y el sosiego,
en la acogedora mesa,
en el hogar, en el brasero.
Un devorar de versos nevados
en la retina del entendimiento,
atisbo de esperanzas
en la mortecina luz de otoño,
es todo mi alimento.
Nutriente que hace fluir:
deseos adormecidos,
sentimientos huídos
que lloran al resurgir,
como lloran, al caer,
las rosadas lágrimas
de los floridos almendros.
Me queda, después de todo,
unas ramas desnudas
que esperan renacer
a la luz de algún lucero.
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