La Tormenta
En la cubierta, nos acaricia el rostro una suave y helada brisa.
El firmamento se ha vuelto oscuro y el viento ha comenzado a cambiar; las constelaciones han ocultado su brillo y una multitud de saetas de fuego se precipitan en el mar.
Bajo la nave, las olas se embravecen tanto como si las surcara el dragón marino Leviatán.
Los marineros vociferan y corren apresurados de aquí para allá;
Sin embargo ya es muy tarde, la furia de las paredes de agua salada, nos han atrapado en altamar.
Los instrumentos fallan y las brújulas no dejan de girar.
Sobre una mesa en el puente del capitán, las cartas de navegación se han vueltos papeles en blanco, nuestro destino ha quedado a merced de la tempestad.
La tormenta ha venido a torcer las rutas del mar; y a lavar a los hombres de la tripulación de pies a cabeza, pretende hacerlos olvidar de sus tontas diferencias para unirlos en un mismo luchar tenaz.
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