La Susurradora de Sauces


Ella, era una de esas que andaba por la vida
ofreciendo infiernos y sabiendo dar glorias.
Siempre siendo incendio -- Nunca bosque --
Hasta aquella mañana.
La mañana en que frente al espejo se volvió
musa descolorida.
Hasta ese terrible día en que se dejó llevar por el viento
sin mas cosa que los pajaritos de la cabeza
tristes de tanto anhelar;
para volar con todo y jaula.
De tanto extrañar besos de chocolate y el refugio de los brazos;
¡Ahhh como amaba la protección de sus brazos!
Dicen que sobrevivió de milagro a un naufragio
el día en que el mar sin saber si sabía nadar... Le soltó la mano.
Cuentan que desde ese día se alejo del mar
y se perdió en el bosque,
susurrándole a los sauces para que dejaran de llorar.
- Así la encontré -
Cantándole a un árbol de grandes raíces en busca de cimientos perdidos...
No era bella, no de la manera convencional, pero ¡Dios!
Hacía del caos un arte,
convertía todo el desastre en las ruinas más bonitas.
Y sabía encontrar mi sonrisa entre los destrozos de capítulos pasados...
Pero en fín, el amor nunca fué su fuerte.
Debe ser por eso que era aficionada a conversar con el viento.
Anhelo, suspiro; melancolía, suspiro; reproche, suspiro
Al menos me enseñó muy bien ese lenguaje,
porque todavía
vivo anhelando, suspirando y reprochándome
el haberle soltado la mano ese día,
dejándola sin el refugio de mi abrazo...
Dicen que en la vida hay que amar locamente al menos una vez
y no conseguirlo al menos otra.
Que triste ironía que ambas se las haya llevado mi niña,
Mi Susurradora de Sauces...
Vicenta Der.
2015
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