La mañana en que no fui al ballet
Tú, abrazado a mi pecho.
Yo, aferrada a tus manos.
Sin querer soltarte, sin querer que te vayas.
En mi corazón estaba molesta, porque yo moría por verte y tú te veías indiferente, pero al despertar esta mañana no tuve dudas. Media hora contigo era suficiente.
Aunque el “te quiero” se quede corto.
Aunque no me atreva a decírselo a nadie.
Aunque tema que sientan tu perfume en mi piel y al mismo tiempo, quiera que lo noten.
Porque maldición, que me toques es algo que me cuesta silenciar, pero lo hago.
Porque sé que abrazarse después de hacerlo, para ti es un juego y a veces arte. Como el artista que fotografía desnudos sin emocionarse.
Mientras que para mi es mucho más que un “te quiero” susurrado. Es más, mucho más.
Conoce más del autor de "La mañana en que no fui al ballet "