LA HUERTA
En voluntario recéso,
al no ayarme conforme,
he castigado mi huerta,
con indiferencia sublime.
Más los frutos no se caen,
como la naranja o manzana,
que al dejar de regárlas,
la sequedad las amilana.
N
aunque lo tienes bien ganado,
he castigado mi huerta,
por un disgusto no merecido.
¿A quien le interesa el fruto,
de una mal mantenida vega?
Cuando ya no haya recéso,
no habrá quien, para una entrega.
No cumpliré medio lustro,
en mi ascética cruzada.
He de controlar mis impulsos,
con yóga, oraciones y una tonada.
Después de este tiempo de ayuno,
que la verdad, no me ha costado.
Me gustaría saber si aun la amo
o solo estaba acostumbrado.
Para ir serrando el capítulo
de esta mal contada historia.
La invitare sin preambulo
a hacer el amor con histeria.
Como en aquel tiempo compartido,
que amor y energía sobraba
y la libido cumplía su cometido.
El amor con histeria nos gustaba.
Alguien me dijo un día, travieso:
No busques amores gastados.
Tomate un tiempo, un recéso,
luego busca jovialidad, busca eso.
Entre tanto cavilar y cavilar...
Mi huerta sigue en recéso.
Conoce más del autor de "LA HUERTA"