ídolo

Ídolo

Volverte nulo ante la efervescencia.
Ves como te desarma, se alza y te alcanza.Te llega de golpe y ya no sabes cómo atarte los zapatos, si empezar por el izquierdo o por el derecho. Desploma y erosiona el tiempo que había yo armado con fierro.

Efervescencia que desalma la certeza del siguiente paso. Efervescencia que se inhala en tres pasos: cuatro ojos, un silencio y tres cuartos de risa.

Viento inabarcable, lo sereno de la pausa...
la mordida.
Voraz y sin aliento se presenta una manada de deseos enmarañados. Como monos que rechinan los dientes y se lanzan de lo eterno a lo eterno. En un vaivén de pasos a destiempo.

L

lego al centro de una selva que transpira brisa roja. Y ahí estábamos como dos corderos que necesitan de correa, corral y antifaz.Te pertenece un arsenal de levedad, efervescencia natural.

Armo un templo para un ídolo caído, que nunca fue y es para siempre, que amordaza mis andares, como con fiebre, como con banderas blancas.
Los sentidos se me escurren hasta los pies, se van hasta el suelo y ardo de nuevo. Me abraza la noche; la invade una contingencia de grillos, hacen alabanza, preguntan y preguntan:
¿por qué hay un pájaro herido?