Garbo.

Porque uno llega por destino
a ella una y otra vez.

Sus ojos atravesados
por la soledad,
su mirada atónita
ante el mundo.

No hay respuesta.

P

oesía en su presencia,
en frágil belleza,
desfalleciente.

Morir quizá fue su último
gesto de coquetería,
para desprenderse del cuerpo,
y sus miserias,
para pasar a ser la mujer
de todos y cada uno,
y la imposible
en nuestra película.