Estuve en el otro lado

Éramos un grupo de locos
malignos.
El veneno nos lo introducía en vena
una hechicera del amor
sensual.
Nuestros aquelarres eran inconfesables y
agotadores.
Yo me quedaba siempre con un poso de
culpable amargura.
Pero volvía al mundo cerrado de aquellos

iluminados semana tras semana.
La oficiante era una mujer única que
con apenas una mirada o un gesto
nos conducía a lo más turbio de nuestros instintos.
No quiero recordar la fiereza y la irrealidad placentera
de todas las experiencias que compartí con
aquellos adictos a los caminos del éxtasis.
Perdí a mi novia.
Cambió mi vida.
Casi enloquecido, encontré salida a
la espiral insaciable de hallazgos.
Una noche en plena celebración la
hechicera se me acercó y sentí
el aliento helado de un fantasma.
o de un ser maligno.
Placer y pérdida se hicieron trizas.
Sin mirarla a los ojos hui.
Vivo solo desde entonces.
Y el placer ahora me da miedo.
Estuve en el otro lado.
Fue devastador.