Estoy aquí. Sin ti.

Llegaste y cambiaste mi entorno, lo cambiaste a uno mejor en todo aspecto.
Hiciste de mis pensamientos un mundo entero lleno de cada una de tus facciones, de tus palabras, de tus actos.
Me trataste con delicadeza y cuidado, como si acariciaras los suaves pétalos de una hermosa rosa y como si cuidaras la más importante de tus posesiones.
Tu dulce resplandor me llenó de luz iluminando el camino que yo debía seguir. Pues fuiste mi guía y mi acompañante.

De una manera tan inesperada me hiciste pensar que cometí un error y te marchaste. Pero por fin comprendí que no fue mi culpa, tu decidiste irte.
Solo, te fuiste sin mediar palabra, sin levantar una mirada, te fuiste con cobardía.

Hoy, estoy aquí. Sin ti. Pero con una lección más en mi vida: Todos damos lo que podemos dar, quien no lo valora, no te merece.
Y así es, solo se trata de buscar a alguien que valore lo que das para que tu valores lo que te de.