EL GUARDIÁN DEL TESORO ANCESTRAL

2023 Mayo 12

EL GUARDIÁN DEL TESORO ANCESTRAL
(De “Relatos de un mochilero”)

Después del dificultoso trayecto por caminos de tierra, el atardecer fue bañando los cerros con atrayentes matices de oro viejo, haciéndolos resaltar más entre sombras violáceas; hasta que de pronto, casi por encanto, descubrí a lo lejos un sólido puente de piedra incaico que había señalado en el mapa mi amigo Mateo Cusicóndor. Después de cruzar ese tramo, todo se hizo más oscuro debido a espesos nubarrones, salpicados de cuando en cuando por claridades de paisaje que los relámpagos hacían aparecer en medio de gran chaparrón, agregando efectos dramáticos al viaje donde hasta los árboles parecían adquirir formas fantasmales entre una niebla que borraba casi del todo las señales. Sin embargo, siguiendo las flechas dibujadas llegué poco después a una quebrada donde su riachuelo serpeaba ruidosamente por el aumento de caudal. A los minutos se hicieron visibles las luces de fogones y lámparas que de trecho en trecho señalaban existencia de hogares por allí, hasta que por el impacto de un rayo en alguna parte fue claro que me hallaba en medio de una plazoleta, advirtiendo en una de sus esquinas la figura tétrica de una silueta desagradablemente negra, que debido a los relámpagos y a su estado inmóvil en plena lluvia me hizo dudar un poco, entonces la enfoqué con los faros del coche haciendo que se moviese y sí, era don Mateo con su poncho de jebe, quién subiendo de un salto al coche dirigió el tramo restante hasta su “choza” tal cual me dijo, donde nos recibieron cuatro perros bravos en plena oscuridad de su poblado sin servicio eléctrico. Naturalmente que me alegré por haberme preparado el recibimiento al mostrarme un cuarto para pernoctar mientras encendía otra lámpara de kerosene. Su esposa, en tanto se afanaba con los alimentos en su cocina entre arrayanes y sauces. Al rato, don Mateo y familia rezaron en quechua y cenamos. Poco después pude comprobar de qué modo su aldea de Mateo se hacía totalmente invisible al apagarse los lamparines.
La verdad que, a pesar hallarme en zona desconocida, había dormido igual que un crío, hasta instantes de los ruidosos gallos.
—Nos vamos, desayunaremos caminando — dijo Mateo, agregando luego —
Debemos estar aquí para dormir, no es bueno quedarse afuera en la noche porque
las fieras o monstruos.
Y así con tal advertencia, seguimos una ruta por donde se mueven los pumas y zorros, ayudándonos en forma imprescindible con los maches, que a pesar de cuidados no pudieron impedir que unas espinas causasen pinchaduras atravesando los guantes. Cerca del mediodía se avistó el promontorio de “Cerro Negro” cuya tonalidad estaba perfectamente camuflada por la vegetación.
—Esta es su cueva del Amaru ancestral, que desde tiempos incaicos junto a mi familia protegen celosamente las tierras, ayudando los demás pobladores, pues todos compartimos las tradiciones desde mucho tiempo atrás. Entre nosotros aún existe la fidelidad total. Mis ancestros por ejemplo, me contaron que sus partidarios de Huáscar no quisieron mandar tesoros para el rescate de Atahualpa, ordenando que cada jefe de ayllu (grupo familiar) se ocupase del resguardo correspondiente a su comunidad; desde aquella vez todo en secreto. Ahora por ejemplo, estamos en sus dominios del “Amaru del Cerro Negro” por ahora dormido, por eso debemos ser cautelosos y no dar malas señales, porque si despertase lo pasaríamos muy mal— reveló Mateo.

Lo dicho me puso en alerta, y tomé más atención en contemplar el entorno, en efecto debajo de los espesos follajes los claros indicios de suelo quemado, percibiendo su extraño calor del subsuelo. Y cuando nos acercamos más a la entrada de la cueva, la visión de humo azulado elevándose de aquella entrada me hizo imaginar y temer lo que debía estar escondido en su interior.
— En tiempo antiguo según contaron, esto era más tranquilo, con posibilidades de ingresar unos doscientos metros a su interior, hasta esa laguna en que duerme Amaru, donde se podía escuchar sus ronquidos y salida de aire caliente por su respiración subacuática que, burbujeando cruzaba el agua hasta la superficie. Una vez, después de una fiesta con borrachera, ingresaron varios jóvenes y, uno ayudándose con su linterna descubrió reflejos metálicos a cierta distancia y, sin obedecer las advertencias se internó más y más hasta más profundo, pero después entre gritos alocados trató de salir. Cuando sus compañeros le ayudaron, él seguía balbuceando agónicamente palabras ininteligibles habiendo encontrado unas figuras de oro, pero murió a los pocos minutos. Contaron mis abuelos, después del suceso hubieron terremotos y mucho humo saliendo del túnel hasta producir tos y ahogos entre los pobladores pero, gracias a las oraciones que se siguen dedicando al Amaru del Cerro Negro, todo está en calma —explicó don Mateo.
Ya de regreso a su finca, parecía más fácil la bajada pero nos sorprendió la noche aún lejos del poblado cuando la luna parecía estar de asueto, mientras que a cierta distancia en paralelo a nuestro caminar entre los árboles, rarísimos movimientos de pares luminosos que parecían de fuego nos hicieron comprender que otros seres también seguían nuestra ruta.
— ¡Siempre alerta y listo el machete! —insistiendo su voz de Mateo.
Y en mi mochila un brillante recuerdo.
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12/05/2023
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2023 Mayo 12

Artífice de Sueños MARS rh
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