El acaecer de un castigo.

Cuando se apague tu sol
Por abrazar un nuevo orbe
Y cuando no amanezca la mañana
Por un ayer afligido
Sentirás que no hay después
Aun en el más fuerte ahora
Y con las manos entrelazadas
En espinas envenenadas,
Y los ecos aullándole a la luna,
Luna que ya no será bella
De ese monte, ese espejismo
La bella cortina de un abismo.
Abandonada en pavimento
El espejo le dirá a gritos:
"¡Tú me has traicionado!"
Dará una brizna de consuelo
A su ser desconsolado
Y caerá en desasosiego
Ya sin manto que la arrope.
Quizás vea o quizás no
Quizás se mantenga oculto
En un matorral de asperezas
Invisible a tu razón resabida
La decadencia de tu alza.
Y tú feliz infeliz empapada
Del rocío que tu regaste
Teñido de color rosa
Adulterado por un demonio
Que se ve arrastrado en su deber
Por el canto de otra crisálida.

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