CHEF POÉTICO: La Poesía Nace en el Lector.
CHEF POÉTICO:
La Poesía Nace en el Lector.
(Chef Poético: La Poesia Nasce nel Lettore)
…
Entre especias y silencios,
el Chef Poético con sus manos
—alfarero de metáforas aromáticas—
hilos de azafrán onírico,
sal de formas ancestrales
y rescoldos de silencio
que burbujean como lava estelar.
Cada platillo espera
el fuego de la experiencia
de los comensales para revelar su sabor secreto.
Presenta el poema
en bandejas de gema bruñida,
borda filigranas de luz crepuscular
y dibuja arabescos de ardor
en mármol de papel;
pero lo exquisito —ese néctar
que ningún chef aplaude—
surge cuando el comensal del verso
lo saborea.
El poeta puede afinar la receta
hasta la perfección,
pero solo el alma lectora,
con su lengua interna,
decide si el manjar late con verdad.
En el pecho del lector
yace un horno ancestral:
aroma de pan materno,
vestigios de caricias primeras
y ceniza de ausencias
que cintilan bajo la corteza emocional.
Un solo bocado de verso
reaviva brasas dormidas
y enciende incendios azules
en la madera crujiente
del pecho febril.
Un joven panadero,
huérfano desde niño,
trabaja en la madrugada
amasando panes.
Nunca ha leído poema.
Una noche, una cliente
deja caer una servilleta
con estos versos escritos a mano:
—“Mi madre aún me huele en los dedos,
cuando rompo el pan caliente”—
…se convierte en levadura oculta
que crece en su pecho,
desvelando memorias sin nombre,
aroma infantil y calor sepultado.
Llora sobre la masa,
comprendiendo que el poema
fue aroma,
crujido
y miga sagrada,
y que él, solo él,
fue el horno donde ardieron los versos,
y de sus cenizas emergio la poesía, naciente y sagrada.
El lector, al probar
la migaja de palabra,
se transforma en sabueso de lo insólito:
abre grietas en su memoria,
desentierra nostalgias olvidadas
y refracta su biografía
en un prisma de emoción desnuda.
No hay sinfonía impresa:
la melodía nace
cuando el verso roza la corteza neuronal,
convirtiéndose en un cántico sin pentagrama
que reverbera en cuevas emocionales
y despierta epifanías sumergidas.
El Chef Poético
— escultor de manjares de saborizados versos —
no impone fórmulas:
sugiere peregrinajes,
esparce migas de luz
en los márgenes del libro,
planta pétalos de luz amarga
en el silencio
y ofrece sorbos de asombro
en copas de aire.
Cuando el lector,
despierto y vulnerable,
siente latir cicatrices
en su lengua de ceniza,
la poesía se inflama en su interior
como un relicario
que estalla en una epifanía sin aviso.
Porque la poesía —como la exquisitez de un plato—
no mora en la pluma del poeta,
ni se esconde en la pompa de una receta majestuosa,
sino que habita en el alma de quien la saborea,
cuando el lector la degusta con su carne viva,
con la nervadura abierta de sus emociones,
con las cicatrices aún tibias de su infancia.
Allí, en la boca secreta del alma,
la palabra se vuelve manjar,
como lo sublime de un plato en el paladar tembloroso del comensal.
Es ese ser que no solo lee...
siente, recuerda, se reconoce.
Vibra.
Sangra.
Resucita.
Y en ese estremecimiento callado,
en la lágrima que brota sin razón aparente,
cuando su sombra se intuye en un verso,
recordando lo que no sabía que sabía,
como un antiguo susurro de su propia historia...
Entonces,
ahí,
y solo ahí,
la poesía ha nacido.
…
Derecho Reservado del Autor:
Leonardo Sarmiento López.
Imagen del Autor.
06 de mayo del 2025.
Lima – Perú.
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