Transición entre el día y la noche.

Camino... y no me importaría ir descalza o desnuda,
exponiendo al mundo mi cuerpo y el color de mis pechos, aquello
no sería tan obsceno como el mostrar a secas la herida que se me
está pudriendo.
Te dejé pasar a mi intimidad
hecha un vuelco,
fuí las cenizas de tu ardor,
me arrastraste sin piedad,
dejaste mi cuerpo olvidado en aquella casa vacía bajo la noche gris.
Y luego de ello;

actúe despiadada conmigo misma,
sumergí mi tristeza en un lago
de pulcro silencio
y viví fuerte, con el cuerpo reconstruído de barro y los restos de mi triturado corazón.
Ahora es normal que en tiempos de frío me ponga rígida y eche por la boca todo lo que acontece
y muestre a ojos ajenos, lo mal que me cure,
y llore a Dios porque no recurrí a él, sino que siempre quise
recurrir a ti, salir a la calle así,
deshecha, tan sólo para buscarte,
pero no salí,
mas deshecha estuve,
y fue peor por no haber salido a buscarte,
por guardar silencio, como si lo que sintiera por ti, fuera la peor bajeza del mundo.
No sé con exactitud cómo fue que pude esconderte mi amor, si éste era bien; un océano, un universo entero, un transición entre el día y la noche que ahora me acontece y que mañana me vuelve polvo que aún anhela volar hacia ti.