sobre el derrumbe
al ostentoso derrumbe
que atenta la vida,
la mía y la de mis iguales,
yo le compongo, le halago
y le regalo
mis ratos de ocio.
pero lejos de recibirlos
como ofrendas de paz,
socava aun mas.
hasta el hueso mismo.
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castrador insaciable,
¿cuando se contraerán
tus gélidas y punzantes
estrías de mi alma hastiada?
solo veo las cenizas
y los escombros que dejas atrás.
¡no te atrevas a dar
un paso mas!
aunque este rodeado por vos
y tu inmundicia fraudulenta,
no rendiré ante semejante
mórbido ensueño,
mis ganas de vivir.
te veo; vienes por el sur,
con tu manto de espesa negrura,
tu tridente de mohosa madera
y tu incansable boca
glotona y repugnante.
también te veo en el norte,
y el este y el oeste
¡pero algunos no clamaremos piedad!
¡no! no ante semejante
despojo de vacua salubridad.
oh ponzoñoso derrumbe,
perdona mis palbras
y perdona mis intenciones.
no te acerques a mi,
búscate otros hombres
en otros tiempos,
en otros mares.
perdona mis acciones
nubladas por mi condición
humana.
destructor de renombre;
a ti te hablo y te miro,
derrumbe de las intenciones
y las pobres y sometidas vidas
de todo hombre,
¡miradme también!
y sostened la mirada,
si podéis; mientras
me aplastas o te aplasto.
¡caer con valor o no caer!
...y bajo la música del vació
hablaron poetas y políticos.
bajo la misma musica
las causas perdidas de todo hombre
alimentaron y dieron de beber
a la quietud y a su hermano,
el derrumbe.
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