Sedientas las olas aprenden del mar
Desde la bizarría de las corrientes adriáticas,
El semblante del horizonte desde popa,
Persiste vestido de penachos y albores.
Yo te conocí para augurar la niebla,
Y despejar de tus párpados el tierno rocío
De la lejana costa.
Mira los miles de azules y el agua marina,
Remontar las espumas de plata y de luz,
Con gallardía y nostalgia de Santorini.
Como luciérnaga de infinitud,
Y entre rezo de magos y sabios,
Tesoro fresco de juventud.
Yo te conocí conjurando ondas de coral,
Cálidos cierzos acuíferos,
Y estandartes de lluvia y de mistral.
Trocoidal el poniente y sus naos de sinoples vigías,
Cantan curias, vagan idilios,
tachonados de melancolías.
Azulejos y risas y escarcha,
Y los puertos quedaron atrás,
Con sus capas de marejadas,
Oreadas bajo el sol de la señera maestranza.
Esmaltes de ínsulas, tonos de Caribe y lienzos de sal,
Reverdecen en tus sueños,
Como atolones de un paraíso terrenal.
Vamos al confín de nuestra humanidad,
Sepámonos libres de ser y de pensar…
ROGERVAN RUBATTINO ©
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