Redimir.

Siento que se me deben muchos años de amor,
muchas horas de caricias
y un sinfín de alegrías matutinas,
siento que la ansiedad que preservé en mi cuartel invernal flageló todo de mí,
me hundió,
me hirió cruel y
me volvió el hielo que usurpa aquella caverna llamada corazón;
años de ocultarme en soledad, fingiendo estar bien,
fingiendo una fuerza que se materializaba gracias a mi amor y confianza en Dios,
sé que me equivoqué en mi afán y desespero por salir de aquel escalón final al que llegué,

pero pienso que merezco ser perdonada, amada y guardada en un pecho que lata más que el mío,
entre unas manos que jamás estén frías y sean pues, el calor que me derrita.
Siento que mis errores pueden ser perdonados y olvidados, merezco la compasión y el amor, merezco la paz, merezco la calma.
Merezco el amor que se me prometió.