Racimos del perdón

Me incliné sobre sus latidos
llenos del oriente.
Otro exilio,
en las noches
de las ciudades de arena…
un mensaje detrás de los muros.
Alba azul,
una anotación luminosa;
en los vestíbulos.
El ojo es visto
y el eco llega a mis oídos.
La danza de caderas,
convierte el fuego
de los labios anhelantes.
Y el cortejo;
pasillos llenos de vacío
sobre piedras como soles.
Desvanecido cuerpo
de los recuerdos embalsados,
por hojas de parra.
Nacida de la sangre de la noche
presa de inquietud;
a la entrega de la lluvia que cae
y la claridad de cielo nuevo.
Recogí mis pasos
en un poema infinito.
A la exigencia
de borrar -lo que está escrito-
y el yaced del tiempo.
Un canto
que sana el alma;
racimos del perdón.
Autor: Gabriela Ponce LS

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