POETA
De repente vino la noche y se llevó la lucidez a cotas
más altas de placer, vino la noche acurrucada entre ojos;
las danzas tribales atronaban el aire viciado del suelo.
Entonces el poeta soñó su morada en las alturas.
Los sórdidos puñetazos de los sentidos hacían la espera inútil
desde la profundidad superflua de unos cuerpos ajados por el sudor;
la comunicación se hundía en el suspiro de un grito en silencio.
E
Las horas se derretían bajo luces intermitentes de vacío
para calmar la soledad de unas ropas confinadas en puzzles de color;
el ritmo incesante canjeaba el pánico a lo ignoto en escatológico trance.
El poeta miraba frente a frente a la imaginación sin inmutarse lo más mínimo.
Los iris turquesa de los nuevos mesías fantasmales relampagueaban
creando un universo paralelo en la oscuridad del colectivo espasmo;
el ínfimo recinto era destrozado sin piedad en la memoria del mundo.
El poeta saboreaba la pureza del interior en su mente.
La acción de los danzantes iba reflejando saltos desde un anhelo incoloro
con los torsos humedecidos por el instinto falaz de encontrar cualquier raíz;
cavaban una fosa de aullidos bajo el magma en flor de la más temida ausencia.
El poeta creaba un todo de serenas formas entre los ojos.
Cuerpos destrozados por el orgiástico viaje a ninguna parte fueron abandonando
poco a poco el subterráneo humeante volviéndose a cubrir con los sentidos;
el amanecer daba delicadamente un beso de resucitado a la una dormida ciudad.
Mientras los demás se perdieron, el poeta se encontró a sí mismo y nació.
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