Perdóname, Señor

Perdóname, Señor,
porque he pecado.
Todos los pecados capitales,
todos, sin obviar alguno.

Pérdoname por la gula,
por el ansia que me provocan
las ganas de devorar el mundo.

Perdóname por la lujuria,

con la que le hago el amor a mis sueños,
el deseo con el que los beso
para hacerlos despertar
y el placer que siento al verlos cumplidos.

Ten piedad, por la ira
con la que me enfrento a las injusticias,
así como a la pereza que me invade
el dejar la balanza desigualada.

Lo siento, por la soberbia.
Esa con la que trato a los malos tratos propios,
que atormentan,
de cuando en cuando,
mi agitada mente.
Es culpa, Señor, de la avaricia,
la misma con la que me niego
a dejar escapar
ni un ápice de felicidad.

No temo, hoy voy a rezar
dos Soy feliz,
otros tres A mi manera .
Espero así, Señor,
ganarme mi redención.