Oligofrenia

Virtual,
la nómina de los desposeídos,
la herrumbre de los caídos,
la fe de los que tienen poco...

La esperanza ajada,
marchitándose en un recipiente esquivo a la mirada,
la divinidad del humano cercenada con pinzas ínfimas;
la caridad como producto, uno muy festivo,
tan brillante como un juguete novedoso.

L

a magia se inunda de aguas servidas,
y la dignidad se decolora como un esmalte añejo,
tan viejo como la superficie caduca que envuelve.

El hombre luce desamparado
y las ruinas de su integridad
son las que cubren sus sombras rotas,
los niños se duermen sin mirar a otros niños,
y sus juegos solitarios se empapan de ignorancia disfrazada.

Señores, la fuerza del espíritu está adormecida,
el miedo es un color muy barato,
todos pintan sus casas con esa tonalidad,
pintan hasta el piso que pisan,
hasta los sueños,
hasta el hedor de lo vivido;
y no, ya no se vive,
se parodia la existencia con el llanto y la risa enlatada,
se caen los cimientos de la coherencia,
se inventan nuevos límites,
se separan las cosas,
y la ilusión de lo inconexo crece como un río de cauces rotos,
nos envuelve,
nos enferma,
nos corrompe,
es un naufragio sin mar,
sin costas,
sin llegar, sin dormir, sin soñar,
dormidos sin dormir,
pegados a una pantalla burlona,
maniatados en el medio de una obra teatral sin una cuarta pared;
el prodigioso mundo del hastío, la orfandad de memoria,
el peligroso desgano, la mentira y el error artificial.

Nadie quiere morir,
pero la verdad,
es que saben y no quieren aceptar la verdad:
nadie quiere saber si ya murió,
si su nombre está en otra relación,
si es una estadística más...