No me lloren, recítenme
No quiero flores en la mesa,
ni canciones tristes que no me pertenecen.
Léeme.
Léeme como quien lee a un amigo que se fue,
pero dejó su alma en los márgenes de un cuaderno viejo.
No me lloren, recítenme.
Guarden el dolor para quien nunca supo decir “te amo” con un poema.
Yo, en cambio, amé.
Amé con rabia, con locura, con ternura inexacta,
No me fui por cobarde,
sino porque a veces el mundo se vuelve inhabitable para los que sienten demasiado.
Y si el dolor fue mi casa,
la tinta fue mi refugio.
Si el amor fue mi condena,
que mis versos sean mi indulto.
Cierren este cuaderno cuando el sol se esconda.
Y si alguna noche escuchan mi nombre en el viento,
no tengan miedo:
soy solo yo,
pidiéndoles que no olviden que aún en el abismo,
se puede escribir belleza.
Conoce más del autor de "No me lloren, recítenme"