Ninguno de vosotros.
-Ninguno de vosotros-.
Ni tú jardín… ni tu estanque,
ni tu plantas, ni tus flores…,
ni la brisa que me besa,
ni la tarde que me obsequia
con sus múltiples colores.
Ni tú jazmín… ni el perfume
de la albahaca, del tomillo
ni el susurro de la fuente,
ni el cielo que se incendia,
ni el canto de la alondra, del
canario y del jilguero.
Ni tú olmo, que te elevas
entre las acacias para
clavarte como una lanza
a la inmensidad del cielo.
ni tú magnolia…
ni las blancas margaritas,
ni las blondas mariposas;
ni la música que suena
extasiando mis sentidos
y mi alma por completo…
Ni tú, mujer, que me haces
compañía en esta tarde
tan triste de febrero…
ni tus ojos que me alumbran,
ni tu boca, ni tus manos,
ni tu cuerpo… ni el cimbrar
de tu cintura ni el tacto
tan suave de tu piel
y de tu pelo.
Ninguno de vosotros sois
bastante, para borrar de
mi memoria el recuerdo
de mis padres, y de mi alma,
¡el cariño tan inmenso
que me dieron!
Autor: Francisco López Delgado.
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