Misterio

Me encontraste en el fondo del pozo.
Demasiado cansada,
demasiado rota por todas las veces que me habían tirado.
Sin ganas de nada.
Y aún así me ayudaste.
Me viste como un misterio.
No me entendías.
Pasaste días y meses a mi lado.
Intentando descifrarme.
Y cada vez que estabas a punto de conseguirlo,

me cerraba en banda,
haciendo que tu interés aumentara.
Hasta que llegó el día.
Me abrí a ti.
Te di todas las pistas.
Te enseñé atajos.
Te regalé una copia de las llaves.
Tus ojos brillaban tanto.
Por fin verías lo que guardaba.
Pero te llevaste una decepción
cuando viste
que estaba vacío.
No había nada ahí dentro.
Solo trozos caídos que,
de tanto intentar volver a juntar,
dejaron de servir.
Así que te fuiste.
Me lanzaste al pozo, pensando en el tiempo perdido conmigo.
Y yo me di cuenta
de que
ese no era mi sitio.
De que merecía a alguien que recogiera todas esas putas piezas inútiles y me ayudara a arreglarlas.
Y que yo sería esa persona
mientras no tuviese a nadie más.