Mientras me queden fuerzas.
Mientras me queden fuerzas.
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En esta noche tan oscura y fría,
mientras duermes a mi pecho abrazada,
y oigo los latidos que suenan en tus
venas, y la respiración que sale por
tu boca de esposa enamorada,
me pregunto -vagando por mis campos
de dudas e incertezas-, qué sonido
de mi camino y mi memoria sea
el fondo de un profundo abismo,
lleno de silencios flotando en un
mar de soledades…
y mi alma un colibrí con
las alas recortadas, mirando el
cielo y la luz de la alborada… y mi
interior un presbiterio donde se
queme la cera de mis esperanzas
sobre el altar de mi vida rasgada
como un conopeo de trapo….
Y mi mirada se nuble entre el iris
de mis ojos… y los cirios de mi fe
se quemen sobre la palma de mis
manos… y mi pensamiento se rompa
como un cristal por los golpes del tiempo
y de los años… y mi sangre sea un río
que se seque lentamente entre las
piedras de los meandros…
¡Quién me abrazará…!
¡Qué voz escucharé…!
¡A donde acudiré…!
¿Quizás al refugio de Su Luz…
A la caricia de Su Rostro… al
Trono perdurable de Su Gloria…?
¡No lo sé, no lo sé…!
Pero de una cosa estoy seguro:
que hoy, estoy gozando del regalo de tu
compañía, del beso de tu presencia,
de la paz de tu contemplación, como
lo hago ahora, en esta noche oscura y fría…
y que me abrasaré en el fuego de tu
amor, mientras me queden fuerzas para
seguir amándote hasta que muera, mi
fiel esposa, ¡amiga mía!
Autor: Francisco López Delgado.
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