Me decía te amo
Me decía te amo
Me decía te amo, sin abrir su boca,
las rosas que me regalaba sin tapaboca
recitaban los poemas más románticos:
blancos, épicos, llenos de abanicos de color y no maléficos;
los chocolates, versaban mil poemas de amor y de cariño
sus notas de afecto, parecían las de un niño.
Me decía te amo con sus ojos sonrientes,
y con sus labios cariñosos
siempre, siempre generosos.
Me decía te amo con su mirada certera
y con su corta cabellera;
una cadena, una pulsera;
una flor de primavera.
Me decía te amo, con su ropa llena de aroma;
con su camisa, su colonia;
con sus risas, con sus bromas;
con sus pupilas dilatadas,
sus barbas bien afeitadas,
sus brazos dispuestos a abrazarme,
con su alma preparada no dejarme.
Me decía te amo con una vela
con sus cuidados, con su espera;
con pinturas de acuarela,
con su voz desafinada,
poemas que no rimaban
con canciones sin melodía.
Me decía te amo, con llamadas cariñosas
serenatas amorosas,
armonías primorosas,
con sonrisas laboriosas.
Me decía te amo, con su mímica
con una rosa imaginaria
su sonrisa planetaria,
su guitarra invisible;
su espíritu inflexible,
su amor inconmovible.
Me decía te amo con carteles gigantes,
con cartas pequeñas,
con tortas de avena,
con sus ojitos brillantes,
sus abrazos cariñosos,
sus saludos armoniosos.
Me decía te amo con sus defectos,
más que con sus propias cualidades;
sus cosas buenas o bondades
y yo podía escucharlo,
porque yo también le decía te amo todo el tiempo;
en especial, sin abrir la boca;
más él lo entendía claramente,
eso sucede fácilmente:
cuando tus ojos hablan,
tus pestañas cantan,
tus brazos saludan,
¡y hay alguien que puede oír!
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