MAM

El aroma a mañana sanguinolenta, a rostros conocidos.
A la picazón de mis heridas ancestrales, no pido más que mi redención, pero de cualquier modo sonaría bastardo hasta para ustedes. Aroma a sanguijuela, a cristal roto, a sudor con las peores heridas, pero aún no es todo.
Mi esencia se quebranta como debió haber sido, envenenada, humillada y hecha trizas por los pocos rostros que se trasfiguran en la tierra, con estallidos mundanos a causa de mi propia rebeldía, de mi grito horrorizado.
Redención, pero no para mi sino para el pueblo que viene desde Judá, mi nombre sin Luz, mi apacible y atormentada guerra a cuestas y todos oyendo los sonoros de mi teclado detrás de grandes pantallas.
Sombrero sin cabeza, cenicero sin cigarro, vestiduras sin cuerpo.
Agua congelada en mi cabeza, gritos desesperados de los mismos infiernos que arden sin cesar al ritmo de calor incesante, de ropas raídas.
Mi esencia estalla y estoy perdida, estoy ahogada en mi propia crueldad, en mi inhumanidad, en mi falta de compromiso con todos, incluso con mi madre, soy una basura si es lo que querían leer.
Sin más, este mensaje para mí misma.
Cucarachas paseando mi cabeza, envenenando mi conciencia, pero envenenada ya estoy, sofocada de mis propios infiernos mortales.