Madre

Escucharte hablar acerca de las mujeres,
Aquellas que se entregan en cuerpo,
Diciendo lo despectivo que es,
Lo estúpidas que son,
Y saber que yo fui una de ellas.

Sentirme con la culpa.
Amar con el cuerpo,
Desnudarme ante alguien,
Pero no experimentar placer,

“Tenéis que guardarte.”
“Es un pecado.”
Por Dios, madre,
Que en el siglo XV no estamos,
Y que es mi cuerpo.

Que lo hice por amor,
Uno mal correspondido,
Pero amor a final de cuentas.

Que vivo cada día
Sabiendo lo que pensarás de mí
Si lo descubres.
“¡Eres una mujerzuela,
Una Cualquiera!”

Y quizá tengas razón,
Madre.
Pero esta mujerzuela,
Esta cualquiera,
Ella no disfruta como debería.

Porque se la pasa pensando
Qué pensarías de ella
Si supieras que se deja amar,
Si supieras que no cree que pueda amar,
Porque ella se la pasa pensando…

En vez de sentir lo que debería sentir.
Porque solo llega tan lejos
Como su mente le permite,
Y pocas veces se ha podido librar
De la opresión de tu voz.

Madre, no soy una señorita.
Madre, hace años que no lo soy,
Y hace tiempo que no disfruto de la vida.
Madre, hace tiempo que rompieron mi corazón
Y quizá algo más.

Y déjame decirte que mi mayor miedo
Es el que te enteres ahora,
Y dejes de verme como la niña
Que a tus ojos todavía soy.
Madre, no sé qué debo decirte.

No sé si callarme,
Si hablar o huir.
Sé que para ti sería difícil entender,
Porque tú fuiste una dama,
Una mujer.

Pero, madre,
Sigo siendo yo,
Tu pequeña nena.
Y, madre,
Quiero decirte, pero
Me da miedo lo que vayas a pensar de mí.